Según un informe de la ONU, las personas
de edad sufren prejuicios y discriminación en muchas sociedades, que los
marginan.
Esta marginación tiene un impacto
totalmente negativo desde diferentes enfoques:
- ·Aislamiento de estas personas afectando su salud
- ·Aislamiento
social y la soledad no deseada.
- ·Reduce
la capacidad de expresar la sexualidad
- ·Incrementa el riesgo de padecer violencia y abusos.
- ·Pérdidas de miles de millones de dólares cada año a
las economías de los países.
Estos son sólo unos ejemplos del efecto
dañino del edadismo ya que se constituye como una violación de
los derechos humanos muy arraigada en las sociedades. Es una
realidad excesivamente normalizada por lo que considero necesario que nos unamos como sociedad
para erradicar los estereotipos.
Se trata de una discriminación que afectó aún más en la pandemia, ya que
provocaron un cambio en nuestras rutinas cotidianas, minorando las prestaciones asistenciales, el recurso a las nuevas tecnologías para mantener
el contacto con las familias, los aspectos emocionales: aislamiento o una
ruptura con el equilibrio psicológico. Restarle importancia
a su aporte social y laboral, infantilizarlos a través de “abuelito”o
“abuelita”, son algunas formas de discriminar a las personas de más edad.
Por este motivo, considero el proyecto Radars como un
gran trabajo comunitario cuyo objetivo es reducir la discriminación por edad. Mantiene
la comunicación y forma redes de apoyo, integradas por familiares y
amigos, negocios locales…lo que puede ayudar a preservar la tranquilidad, el buen ánimo y óptimos niveles de bienestar
de los adultos mayores, pese
a las restricciones sufridas.
En este caso, la participación ciudadana y del barrio aporta grandes
beneficios como asesorar, apoyar y mejorar la calidad y oportunidad en la
prestación de los servicios de estas personas mayores.
En definitiva, un gran proyecto que lucha contra
la discriminación por edad.
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